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CONOCE EL LIBRO: "LA SEXTA HERIDA: LA DESVALORIZACIÓN"

Actualizado: 5 may 2020


¡Qué maravilloso es este viaje que emprendemos a la Tierra, a esta dimensión! Es fascinante ver como llegado el momento, cada ser despierta, recuerda quién es y a qué vino a este plano, a esta dimensión. La vida es tan bondadosa que a través de las experiencias que vivimos, las personas que se cruzan en nuestro camino y las circunstancias que elegimos vivir, nos muestra cuál es nuestro trabajo, cuál es nuestra misión. A cada uno de nosotros le llega ese momento. Cuando venimos a este mundo, nacemos puros, nacemos limpios, somos únicamente amor, no existe otra vibración en un bebé recién nacido que no sea amor. Todos los seres humanos hasta los 3 años, máximo a los 4 años todavía sabemos en nuestro interior que somos luz y recordamos de dónde venimos y a qué venimos. Sin embargo, conforme vamos creciendo lo vamos olvidando. Nuestra esencia se va moldeando en capas (como una cebolla) hasta formar nuestra personalidad, todo ello guardado en el inconsciente, el cual se archiva y ahí se queda. El niño a los 7 años de edad ya formó esa personalidad que lo determinará por el resto de su vida hasta que decida “pelar la cebolla” de su propio ser y llegar hasta lo que realmente es. Esas capas que esconde cada alma pura, podríamos denominarlas herencias, creencias, cultura, experiencias, heridas y de esta manera vamos creciendo creyendo ser quienes somos y de manera asombrosa, ese bagaje que fuimos adoptando, determina la mayoría de nuestras decisiones y la manera en que percibiremos cada una de las experiencias que viviremos.

Es así que la vida nos va susurrando el camino, pero no escuchamos, estamos tan ocupados, dormidos o distraídos, que no logramos percibir el mensaje de cada situación, por ello, en la siguiente ocasión será más fuerte el susurro y si de nuevo no escuchamos, la lección se irá reproduciendo cada vez de manera más intensa hasta que el mensaje (aprendizaje) haya quedado claro, todas y cada una de esas experiencias, vivencias o situaciones dolorosas e incómodas, son únicamente bendiciones disfrazadas que nos están mostrando lo que debemos trabajar en nosotros mismos. Son pocas las personas que se atreven a adentrarse a ese viaje, a ese viaje de autodescubrimiento con el único fin de regresar a su esencia.

En el caso de la autora, llegó su momento de despertar, de sanar de raíz lo que eligió venir a trabajar en esta vida. A través de su sufrimiento y de su experiencia, nos comparte esta nueva aportación de una herida transgeneracional, que como bien se menciona en otras teorías, lo que no se sana en el árbol, se transmite a la siguiente generación hasta que llegue alguien y lo sane.

Ella con este trabajo interno, con este trabajo de autodescubrimiento y autoobservación, no solo está sanándose ella misma, está sanando a su árbol y a las siguientes generaciones de esta herida transgeneracional denominada “desvalorización”. Su camino no fue fácil, tal como lo relata en su biografía; para lograr descubrirse a sí misma y sanar a su clan y linaje, requirió enfrentarse con la desvalorización cara a cara, la desvalorización la siguió toda su vida hasta que la autora la pudo mirar de frente, conciliarse con ella y aportar a todos nosotros este conocimiento.

Es evidente que antes de venir a este plano, ella acordó con todo su clan que la hicieran sentir desvalorizada y no únicamente con su clan, con cada persona y circunstancia que vivió y en la que se sintió desvalorizada, pues ninguno de sus ancestros lo logró. Era la única manera en que ella podría haber hecho esta enorme aportación. Hoy gracias a todo lo que vivió, nos comparte cómo a pesar de las más duras experiencias, las más dolorosas situaciones, siempre hay una razón del porqué vivir lo que vivimos, como lo dije anteriormente, bendiciones disfrazadas, susurros de la vida… por ello, es tan importante estar atentos, permanecer despiertos a los mensajes y “coincidencias” que la vida nos va presentando. Y no guardemos resentimientos con quien creemos que nos hace daño, pues únicamente nos están mostrando lo que debemos trabajar en nosotros mismos, lo cual nosotros lo elegimos así para el bien de nuestra evolución. Pues como vemos en su biografía, reafirmamos nuestra herida buscando personas y circunstancias que nos la confirmen, todo ello con el fin de identificarla para poder trascenderla.

Es como el caso de un adicto, el primer paso es reconocer que es adicto y después trabajar en ello para superarlo. Así lo hizo la autora, lo acordó antes de venir a este plano, trajo con ella la herida, al nacer lo olvidó, lo vivió, lo sufrió, lo experimentó en el transcurso de su vida, hasta que lo identificó, lo reconoció, lo trascendió y además lo aporta al conocimiento de la humanidad.


¡Gracias a las autoras por tan significativa aportación! Pongamos en marcha los consejos que nos dan y manos a lo obra, pelemos esa cebolla y recobremos a nuestro ser interno y a partir de hoy, esculpamos nuestra obra maestra: “Tú mismo”.

Vanessa Sabag

Psicóloga Espiritual


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