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DIA 48. Una mano arriba

Ninguno de nosotros vino aquí a existir en un mundo lleno de problemas durante setenta u ochenta años para poder, al final, ser puestos en una caja y ser enterrados cuatro metros bajo tierra. Vinimos a vivir. Vinimos a disfrutar y a saborear la vida. Vinimos a caminar con abundancia, gracia y amor. Vinimos a aprender y a enseñar y a crecer. Vinimos a celebrar la vida. Vinimos a prosperar.


Sin embargo, es sorprendente que pocos hacemos lo que vinimos a hacer.


Verdaderamente, la mayoría de los 6.5 mil millones de personas que actualmente vivimos en el planeta pasamos la vida apenas sobreviviendo de un día al otro. Asumimos que cada día que sobrevivimos es lo mejor que nos puede pasar y así es que la meta no es disfrutar y ser bendecidos cada día, sino sencillamente salir del paso lo más pronto posible.


Si crees que estoy exagerando, entonces detente un momento y piensa en lo que la gente te responde cuando les preguntas cómo están. Es muy probable que oigas respuestas como...


"Apenas sobreviviendo."

"Ahí la llevo."

"Tratando de sobrevivir un día más."


O quizá lo mejor que escuches sea, "Bien", en un tono tan resignado y apagado que de inmediato sabrás que la persona con la que hablas vive una vida mediocre y no tiene absolutamente ningún deseo por cambiar.


El problema con estas respuestas es que tienen una vibración tan baja que prácticamente la tienes que raspar del piso para sentirla. Y por alguna desconocida razón, la mayoría de nosotros tenemos la idea de que no estamos teniendo compasión ni estamos siendo comprensivos si nos sentimos bien mientras los que están a nuestro alrededor se sienten mal, así es que nos sentimos obligados a bajar nuestra vibración para hacer juego con la de los otros.


Lo cual, por supuesto, no tiene sentido. No tiene sentido porque la vida no es un sube-y-baja. No importa cuanto lo trates, no puedes bajar tu energía lo suficiente para subir la de alguien más. No puedes ser lo suficientemente pobre para hacer rico a nadie. No puedes estar lo suficientemente enfermo para sanar a alguien. Y no te puedes poner tan triste como para hacer feliz a alguien más. Entonces, ¿por qué lo haces?


El mayor regalo que le puedes dar a alguien es tu alegría, tu gusto por la vida, tu entusiasmo y tu exuberancia. Y el peor servicio que le puedes dar a alguien que está en un nivel de vibración bajo es el de bajar tu propia vibración para igualarlos. Así como dos malos no hacen un bueno, dos bajones no hacen un levantón. Nunca.


Así es que continúa, mantente exuberante cuando los demás no lo estén. Si estás lleno de energía y alegría y quieres gritar tu apreciación por la vida desde lo más alto, grítalo y no te sientas que tienes que bajarle cuando te encuentras a algún debilucho que responde “bien”.


Mejor súbele. No tienes que enloquecer, pero tampoco necesitas doblarte como Superman cuando alguien saca su Kriptonita. Lo creas o no, la alegría es tan contagiosa como la depresión. Y es más divertido regar la alegría que la depresión. Así es que, riégala.


La siguiente vez que alguien te diga que “ahí la lleva”, en lugar de bajar tu tono con un "Sí, sé bien de lo que hablas", piensa en lo que puedes hacer para convertir su negativismo en tu positivismo. Muéstrale algo hermoso, cuéntale un chiste, o dale un abrazo, o compártele una sonrisa, o simplemente mándale una bendición, cubre a la persona con amor incondicional. El moverte de una respuesta mediocre hacia una magnífica, toma un poco de tiempo para pensarla, pero vale la pena el esfuerzo.


Y cuando alguien te pregunte que cómo estás, asegúrate de que tu respuesta sea el radiante reflejo no solo de quien eres en ese momento, pero de la persona en la que te estás convirtiendo. Responde con expresiones como...


"Estoy bendito."

"Estoy de maravilla."

"Estoy agradecido."

"¡FABULOSO!"


Porque por si no estabas poniendo atención al principio, viniste a este mundo por razones importantes:


Viniste a vivir.

Viniste a disfrutar y a saborear la vida.

Viniste a caminar con abundancia, gracia y amor.

Viniste a aprender y a enseñar y a crecer.

Viniste a celebrar con la vida.

Viniste a prosperar.

Viniste a ser absolutamente fenomenal.


Y ¿qué crees?... ¡LO ERES!


Así es que dilo. Y refléjalo. Y selo.


Porque gracias a tu presencia tienes la habilidad de recordarle a otros que ellos vinieron al mundo por las mismas razones que tú.


Y esa siempre ha sido la mejor manera de darles la mano a los demás.


La Acción del Día:

  1. Lee tu Plan de Negocio para la Prosperidad y las once cosas de tu lista de agradecimientos.

  2. Coloca tu cuota de dinero del día de hoy en tu contenedor y lee la afirmación que está en el contenedor tres veces. Espera recibir algo en regreso.

  3. Bendice a todos los que están a tu alrededor, incluyendo a los otros participantes en este experimento. Imagina como aquellos a quienes bendices prosperan y se rodean del bien. Entonces bendícete a ti mismo e imagina lo mismo. Puedes continuar bendiciendo a la persona o personas en tu lista de bendiciones.

  4. Lee todas las bendiciones que veas en redes sociales. Tus bendiciones están haciendo una diferencia.


El Pensamiento del Día:

"El mayor bien que podemos darle a los demás no es compartir nuestras riquezas con ellos, sino revelarles las suyas. " -Zig Ziglar-


La Afirmación del Día:

"Estoy abundantemente bendecido. ¡Soy FENOMENAL! "


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